31 mayo, 2016

Peter Drucker: los problemas sociales como oportunidades de negocio

Los problemas sociales son disfunciones de la sociedad y, por lo menos de manera potencial, enfermedades deformantes del cuerpo político. En suma, se trata de males. Pero para la dirección de las instituciones y, sobre todo, para la dirección de un negocio, representan desafíos. Estos problemas constituyen importantes fuentes de oportunidades. Es, pues, función del negocio y en menor medida de todas las instituciones importantes satisfacer una necesidad social y al mismo tiempo estar al servicio de la propia institución al hacer de la solución de un problema social una oportunidad de negocios.

Es tarea del negocio convertir el cambio de una innovación, es decir, en un nuevo negocio. Y es un deslucido hombre de negocios aquel que piensa que la innovación se refiere solo a la tecnología. El cambio social y la innovación social han sido, a lo largo de la historia de los negocios, por lo menos tan importantes como la tecnología. Después de todo, las principales industrias del siglo XIX fueron, en gran medida, el resultado de convertir el nuevo entorno social, la ciudad industrial en una oportunidad lucrativa y en un mercado de negocios. Esto es lo que está detrás del desarrollo de la iluminación, primero con gas y luego con electricidad, de los tranvías, y de los trolebuses interurbanos, de los teléfonos, de los diarios y de las tiendas de departamentos, solo por nombrar algunos pocos ejemplos.

Las más significativas ocasiones de convertir los problemas sociales en oportunidades de negocio pueden, por lo tanto, no consistir en nuevas tecnologías, en nuevos productos o nuevos servicios. Pueden consistir en la solución del problema social, es decir, en una innovación social la cual, a su vez, beneficia y fortalece directa e indirectamente a la empresa o a la industria.

El éxito de algunos de los mejores negocios es en gran medida el resultado de ese tipo de innovación social. Los años inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial fueron años de gran inquietud laboral en los Estados Unidos, dando lugar a un creciente resentimiento entre los trabajadores y un alto nivel de desempleo. El salario por hora para obreros calificados llegaba a niveles tan bajos que no se superaba los 15 centavos en muchos casos. Fue en medio de este panorama que la Ford Motor Company, en los últimos días de 1913, anuncio que iba a pagar un mínimo garantizado de cinco dólares a cada uno de sus trabajadores, dos o tres veces más de lo que se pagaba habitualmente en esos tiempos. James Couzens, el gerente general de la compañía que había forzado a su renuente socio, Henry Ford, a tomar esa decisión sabía perfectamente bien que su costo salarial se iba a triplicar de la noche a la mañana. Pero estaba convencido de que los sufrimientos de los trabajadores eran tan grandes que solo una acción de razón, y muy notoria, podría tener algún efecto. Couzens también esperaba que los costos salariales reales de Ford, a pesar de haber triplicado el nivel de sueldos bajarían. Y los hechos pronto demostrarían que tenía razón. Antes de que Ford cambiara toda la economía laboral con un solo anuncio, la rotación de personal de la Ford Motor Company había sido tan alta que, en 1912, se contrataron 60.000 hombres para retener 10.000. Con el nuevo salario, la rotación casi desapareció. Los ahorros resultantes fueron tan grandes que a pesar del fuerte aumentos de los costos de todos los materiales en los años siguientes, Ford pudo producir y vender su modelo “T” a precio más bajo y a la vez obtener mayores ganancias por unidad. Fue el ahorro en costos laborales producido por un salario drásticamente más alto lo que le dio a Ford el domino de mercado. Al mismo tiempo, lo que Ford hizo transformo la sociedad industrial de los Estados Unidos y estableció el trabajar norteamericano fundamentalmente como miembro de la clase media.

Los problemas sociales que la acción gerencial convierte en oportunidades pronto dejan de ser problemas. Los demás, sin embargo, seguramente habrán de convertirse en “quejas crónicas”, cuando no en “enfermedades degenerativas”. No todos los problemas sociales pueden resolverse convirtiéndolos en una oportunidad para el crecimiento y el rendimiento. Es más, los más serios de estos problemas tienden a desafiar la manera de encarar las cosas. ¿Cuál es entonces la responsabilidad social de los gerentes en relación con estos problemas sociales que se vuelven crónicos o se transforman en enfermedades degenerativas? Son problemas de la dirección. La salud de la empresa es responsabilidad de los gerentes. Un negocio saludable y una sociedad enferma son difícilmente compatibles. Los negocios sanos requieren de una sociedad sana, o por lo menos una sociedad que funcione. La salud de la comunidad es un requisito anterior a todo negocio exitoso y en crecimiento.

Fuente:
- Drucker, Peter "El Management, Escritos Fundamentales". Editorial Sudamericana, Argentina, 2002.
Fotografía:

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